lunes, 24 de octubre de 2011

La Mujer ante el Sufrimiento

Pastora Alicia Woelflin y Lic. Celina Paroli



Motivación: Lectura del cuento "Sufrimiento, duelo, sanación" de Mateo Bautista en "Cuentos para elaborar el duelo" Pág. 92 - 94, San Pablo, 2005.


Los rostros del sufrimiento


Mirando nuestra realidad Latinoamericana y nacional no es difícil ponerle rostro al sufrimiento. Rostros que muestran las injusticias estructurales: pobreza, abandono, hambre, desarraigo, desempleo, aislamiento. También nuestro planeta muestra un rostro sufriente, cuando a nivel ecológico sufre abusos que aumentan el sufrimiento humano, manifestándose en catástrofes, desastres naturales, enfermedades y hambre para muchos.


Cada una de nosotras podemos ponerle rostro al sufrimiento en nuestra vida cotidiana. ¡Cuántas veces sentimos el agobio de sufrimiento en nuestras situaciones límites personales! (Muerte de un ser querido, enfermedad, desempleo, desarraigo, etc.)


Hablar sobre el sufrimiento no es tarea fácil. Menos aún tratar de explicarlo, ya que existe una dimensión que supera todo intento explicativo. Por ejemplo: La explicación médica de una enfermedad no hace que sea más fácil soportar ese dolor.


Es significativo observar el rostro femenino de quienes en la mayoría de los casos acompañan a quienes sufren. Si miramos con atención veremos que son mujeres quienes generalmente están junto a quienes padecen.


Frente al sufrimiento, a veces es preferible callar y acompañar solidariamente a quien sufre, antes que intentar explicaciones queriendo minimizar o justificar el dolor a través de la razón.


El único sentido que puede encontrarse al sufrimiento, no radica en el sufrimiento mismo sino que lo trasciende, y se hace palpable cuando podemos ayudar a otros/as en su dolor por haber transitado nuestros propios dolores.


Jesús, quien luchó para aliviar los sufrimientos (Mar. 1:34) no vio en el dolor mismo una virtud, aunque lo haya afrontado para nuestra sal¬vación. (Mar. 14:34 - 36.)


En Cristo, Dios asume el padecimiento humano al extremo, experi¬mentando el sin sentido del sufrimiento, pero sabemos que ese sufrimiento no tuvo la última palabra. El eje de nuestra fe es la resurrección. Es decir el triunfo sobre el sin sentido, sobre la misma muerte y esto, nos asegura la victoria sobre los signos de muerte que nos rodean.


El poder de Dios no está basado en una fuerza mágica que permita obviar el mal y sus consecuencias, el poder de Dios se manifiesta en la aparente debilidad del amor, que es presencia de Dios junto a los que más sufren.


Cuando sufrimos y experimentamos la consolación que viene de Dios nos transformamos en personas especialmente equipadas para acom¬pañar y consolar a otros/as. (2ª Cor. 1:3 - 7)


No tenemos las respuestas a todas las preguntas que nos surgen en tomo al tema del sufrimiento, ni recetas para cada situación que padecemos, pero estamos seguras de que en comunidad y con la fuerza del Espíritu Santo que nos promete su compañía y su fortaleza, somos llamadas a la acción solidaria por la vida, desde la atención de las necesidades individuales, hasta la lucha activa por las estructuras económicas y sociales acordes con la ética del Reino de Dios anunciado en Jesucristo, para que cada uno de nuestros gestos comunitarios se transformen en señales de esperanza.

Pensamos juntas:


.:. Cada una de nosotras estuvo y tal vez está, justamente en este tiempo, transitando ese momento oscuro en el que no podemos ver la salida y no tenemos fuerza para dar el próximo paso Hay muchos motivos para eso:


.:. Confrontarnos con la muerte de un ser querido.


:. Pérdida de nuestro lugar en el mundo.


:. Sentirnos sobrepasadas por una enfermedad.


.:. Pérdida de nuestro trabajo.


:. Los hijos han dejado la casa y nos sentimos vacías.


• :. La lucha cotidiana con el sufrimiento personal comunitario, global nos hace perder fuerzas. Nos sentimos vacías, sobre¬pasadas, tristes, cansadas...



Expresando el sufrimiento


.:. Para cada una de nosotras el sufrimiento tiene una imagen, una forma, un color, un sonido, porque tiene que ver con nuestra experiencia personal. Nos disponemos ha compartido:


Cada mujer recibe una hoja en blanco


• Elige entre tizas de colores que mojará en agua, el color que para ella exprese su sufrimiento pasado o actual.


• Con fondo musical suave le dan a ese color una forma trans¬formando la mancha en un dibujo abstracto o concreto según el sentir de cada una.


Compartimos en pequeños grupos:


¿A qué situación hace referencia este color? ¿Por qué elegí esa forma o modo de expresarlo?


.:. Oramos: Nuestro Dios que estás con la humanidad en ca¬mino:


Con Orfa que regresa buscando su propio camino. Con Noemí y Rut en el camino inseguro del desierto.


Con las que no tienen un lugar en el mundo y con los que buscan un lugar en el mundo.


Con los pobres y con aquellas que creen ser ricas.


Con las extranjeros y con los que nacieron en esta tierra nuestra


Nuestro Dios, sé con todos los que te buscan para que te encuentren y con todas las que te encontraron para que te busquen nuevamente cada día. Amén.


.:. La lucha cotidiana con el sufrimiento personal comunitario, global nos hace perder fuerzas. Nos sentimos vacías, sobrepasadas, tristes, cansadas... Así también le sucedió a Noemí en el libro de Rut. Leemos: Rut 1:1 - 22.


Breve explicación del contexto de la historia


Sucedió en los días de Esdras y Nehemías. Nabucodonosor, rey de Babilonia, había destruido la ciudad de Jerusalén y muchos habían muerto. Aquellos que sobrevivieron a la masacre fueron llevados prisioneros a Babilonia Después de casi 50 años, Ciro, el rey persa venció a los babilo¬nios y permitió a los prisioneros volver a su tierra. Un pequeño grupo regresó dispuesto a comenzar de nuevo, pero la situación, lejos de mejorar empeoró: perdieron sus casas, debieron vender sus tierras para poder pagar los impuestos al nuevo rey, intentando salvar a sus familias de morir de hambre. Muchos dudaron de Dios y su compañía.


o Muieres en camino:


La historia comienza con una tragedia. En Belén, la casa del pan, hay hambre, como la que sufren tantos miles en nuestro tiempo. La pregunta que surge no es ¿Qué vamos a comer?, ni ¿Dónde vamos a conse¬guir alimentos? Surge la pregunta a cerca de la presencia y acción de Dios en medio del su¬frimiento. La pregunta es ¿Dónde está el Dios fiel? ¿Dónde está su promesa:"Yo soy el Señor tu Dios ... " (Ex. 20:2) ¿Dónde está el Dios que nos condujo a este lugar?


Como en otras historias de pérdidas, huída y hambre del AT., Dios calla, pero a pesar de ello en Noemí permanece la esperanza de volver a su tierra y Rut la ayuda a permanecer en esa esperanza.


o Los pasos de Noemí:


Noemí intentó dos veces empezar de nuevo y dos veces perdió lo más querido: su esposo y sus hijos. No casualmente se llama a sí misma Mara (La amarga) ¿Qué puede esperar?


Sin embargo, Noemí se levanta y comienza a andar en una nueva dirección, en realidad en la vieja dirección, de vuelta a su tierra en busca de pan. Lo que la hace ponerse de pie, es haber escuchado que Dios visitó a su pueblo, dándole pan (1:6).Ella confía en Dios a pesar de no sentir su cercanía ni su bondad (1:20) y Rut está dispuesta a compartir el camino con su suegra. Su promesa es el punto culminante del relato:


"Donde tu vayas, allí también iré yo... " (1:16 a)


¿Hemos hecho nuestras estas palabras de Noemí en nuestra vida personal?


¿Hemos encontrado personas dispuestas a compartir el camino con nosotras?


Noemí sigue andando el camino confiando en su nuera Rut y sus pasos compartidos las alejan del sufrimiento y las conducen a la esperanza. Es por eso que a lo largo del libro, ya no se hablará del tiempo del sufrimiento, sino del tiempo de la esperanza.


Reconstruyendo vida



¿Qué hacer en medio del dolor para encaminarse por la ruta de la oportunidad, del crecimiento y de la vida?


Desahogar los sentimientos: La mejor manera es hablando, pero no hablar sobre cualquier cosa, sino hablar de los sentimientos que se tienen en relación con lo sucedido. Es indispensable hablar honestamente de lo que está pasando en nuestra mente y en nuestro corazón, expresando lo que necesitemos, como nos salga, logrando así el desahogo necesario. Hablar sobre un sentimiento es el primer paso para dominarlo y superarlo.


Redireccionar la conducta: El sufrimiento por pérdidas tanto de seres queridos, de salud o de bienes materiales produce cambios inevitables. Si no se aceptan los cambios y se pretende seguir viviendo como si no hubiera sucedido nada, sólo se logrará postergar enfrentar la realidad. Para reconstruir sanamente la vida es necesario evaluar lo sucedido y sus consecuencias, pero también las posibilidades que existen en esta nueva situación. Buscar alternativas, confrontarlas y elegir la mejor, planteando nuevas metas, buscando en Dios, a través de la fe, las fuerzas necesarias para se¬guir adelante, sostenidas por la certeza de que, aún en los momentos más oscuros, se puede seguir intentando y salir adelante.


.:. Eligiendo otro lugar donde atar la lana, desenrollando el ovillo y dando varias vueltas cuidando que quede bien tensa. Cada una permanece de pie junto al lugar.


• :. Esta red simboliza los senderos de nuestras vidas. La vida de cada una está simbolizada en esta lana o hilo. Tomamos un tiempo para mirar el recorrido y distinguirlo de los demás (descubrimos la importancia del color).


• :. Teniendo la lana entre los dedos recorremos el propio sendero. (No apurarse, podemos quemamos por el roce o romper la lana).Tendremos que esperar a otras personas, esperar acciones de otras que nos ayuden a despejar el camino hasta llegar al final del recorrido.


• :. Recorremos el camino en silencio y a ciegas (descubrimos la importancia de la textura). En la oscuridad nos encontramos con las demás. Nos ayudamos a seguir el camino sin perder el contacto con el hilo o la lana.


• :. Recorremos el camino de otra dejándonos guiar por ella, permaneciendo con nuestros ojos cerrados (descubrimos otra textura).


• :. Cada una va al final de su recorrido, rebobina su lana o hilo, corta una hebra de unos 30 cm y luego, desde donde está, arroja el ovillo en la caja.


• :. Pedimos un aplauso


.:. Nos sentamos cómodas y ponemos en común nuestros senti¬mientos:


¿Qué sentí al ver la red de senderos de colores que construimos? ¿Cómo recibí a quien se cruzó en mi camino?


¿Aproveché la presencia de mi hermana para recorre mejor mi camino? ¿Me dejé acompañar?


¿Cómo estoy recorriendo el sendero de mi vida con sus oscuri¬dades y sufrimientos? ¿Me dejo ayudar por otros y otras que lo recorren conmigo?


¿Asumo como mío ese camino, ese proyecto de vida que declaro como propio?


.:. Entrelazamos el trozo de lana que retuvimos junto con nuestra compañera de camino. Oramos juntas por el camino que tenemos por delante.


• :. Cada una colocará en la muñeca de su com¬pañera de camino la trenza que construyeron como signo de la vida y misión compartidas.


Pastora Alicia Woelflin Lic. Celina Paroli



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La mujer y el sufrimiento

 
Bibliografía


Bautista, Mateo: "Sufrimiento, duelo, sanación". En Cuentos para elaborar el duelo. Pág. 92 - 94. San Pablo, 2005.


Bedford, Nancy: "Algunas preguntas sobre el sufrimiento" en En¬cuentro y Fe N° 41.Pag. 2 - 4. Bs. Aires 1996.


Eschmann, Holger: Theologie der Seelsorge. Neuk:irchener. Stuttgart, 2002.

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