Desde la Pastoral
de la Mujer nos
parece importante el desarrollo de este taller porque una de nuestras
preocupaciones es poder reflexionar cómo nos comunicamos en los diversos
ámbitos de nuestras vidas.
Se considera “Taller” a aquel lugar donde concurren un grupo de personas
para hacer un trabajo en común. Más aún, un taller es un seminario o semillero
de hacer ese trabajo en común. Las personas se adiestran para la práctica de
“algo”.
¿DE QUE HABLAMOS CUANDO NOS REFERIMOS A LA COMUNICACIÓN?
La comunicación es ante todo una compleja relación que necesariamente
implica la participación activa de al menos dos personas. Esta no debe
reducirse a un mero instrumento, sino que debe convertirse en una actitud
permanente porque es un tema que nos atraviesa en todos los ámbitos y momentos
de nuestras vidas, en forma personal, familiar, grupal, institucional, laboral,
eclesial, etc.
Podemos decir que hay diversos axiomas
de la comunicación y en este taller solamente vamos a mencionar algunos, a
modo de ejemplo:
·
Es imposible no comunicarse.- Esto quiere decir que siempre estamos
comunicando incluso con nuestro silencio, con la mirada, los gestos, etc. Sería
la comunicación no verbal.
·
Toda comunicación tiene un aspecto de
contenido y un aspecto relacional, quiere decir que no solamente es importante lo que comunico (el
contenido), sino cómo lo digo. Y esto último muchas veces condiciona lo
primero, porque si lo digo descalificando a la otra persona, tendrá un efecto
que si lo digo con respeto, tendrá otra.
Dentro de la comunicación no verbal podemos incluir los movimientos corporales,
las posturas, los gestos, las expresiones faciales, movimientos de cejas,
movimiento de ojo y la dirección de la mirada. Y en el lenguaje verbal, el
volumen de la voz, silencios, pausas en
el flujo de la conversación, risas, bostezos, ritmo y velocidad de la
conversación y errores.
No podemos dejar de mencionar, que la comunicación es el don mayor que Dios
ha hecho a la humanidad, que sin ella no podríamos disfrutar de la vida en
común y por esto la comunicación
cristiana debe ser un acto de amor que libera a todos/as los/las que participamos de su Reino.
¿SOY GENERADORA DE INCOMUNICACIÓN?
En este caso, no se trata de practicar la
“incomunicación” sino de reconocerla a partir de nosotras
mismas.
La propuesta consiste en considerar los
elementos que cada una hemos desarrollado por experiencia personal a lo largo
de nuestra vida, pero teniendo en cuenta que, en circunstancias especiales y
sin darnos cuenta, actuamos para favorecer la incomunicación.
¿Deseo encontrar en mi misma aquellos “puntos”
que provocan incomunicación?
La Biblia establece que el hombre cosecha el
resultado de sus acciones (Gálatas 6:7). ¿Qué cosecharemos si sembramos
incomunicación?
Con la ayuda del Señor y contribuyendo al trabajo en común (con los dones que Él nos
dio), será bueno lograr que cada una examinemos con cuidado aquellos aspectos
vinculados a la incomunicación (los que surjan en el taller). Esto creará posibilidades tales como:
a) acabar de comprender esos aspectos y
comprendernos individualmente a nosotras mismas.
b) rectificar o modificar los juicios o ideas que teníamos formados
previamente.
¿Cómo
empezar a reconocer si genero incomunicación?
¿Cómo transformar
la incomunicación en comunicación?.
¿Cómo iniciar la comunicación?
Los cristianos estamos atrapados en una
compleja red de relaciones. ¿Cómo es conveniente
relacionarse para no producir incomunicación? Dinámica: trabajo verbal y no
verbal.
En la
Biblia no está la palabra “relación”. Debe ser una palabra nueva. Sin embargo se deduce
claramente la referencia a la relación con el Señor (Juan 15: 4 y 5), la
relación entre marido y mujer (Efesios 5: 33), entre padres e hijos (Efesios 6:
2 y 3), relación con el prójimo (Levítico 19:18; Lucas 10: 25).
¿En
cuáles aspectos estamos incomunicados con quienes tenemos una relación
establecida? (Trabajo individual).
¿Qué obstáculos
impiden una comunicación fluida? (Trabajo individual y grupal).
Tomar conocimiento de esos obstáculos que están
adentro de nosotras mismas puede servir para salir de la incomunicación.
También descubrir, reconocer, aquellas barreras que aparecen cuando nos relacionamos con el prójimo
puede ser de utilidad para salir de la incomunicación y poder estar gozosas y
regocijarnos en el Señor (Filipenses 2: 18).
Solamente las personas son sujetos y no objetos
de la comunicación, por tanto, están en condiciones de desplegar todas sus
posibilidades, tanto individual como colectivamente.
La comunicación que libera, capacita a las
personas para que expresen sus necesidades propias y las ayuda a actuar juntas
para salir de la incomunicación. Refuerza el sentimiento de dignidad y pone en
relieve su derecho a participar plenamente en la vida de la sociedad.
No podemos dejar de mencionar que la
comunicación profética está al servicio de la verdad y desenmascara la mentira.
Las mentiras y las verdades medias son
una grave amenaza para la comunicación.
¿Qué sugerencias, ideas, podemos intercambiar
para remover esos obstáculos?
Rueda de
oración.
Lic. Silvia Vera – (Córdoba).
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